Chile, al igual que otros países de América Latina, enfrenta una crisis con sus modelos de gestión de los residuos domiciliarios sólidos, los que responden a la clásica economía lineal, basada en la producción y el consumo; los recursos se extraen, se transforman, se consumen y se botan. Esto, por muchos años fue un problema básicamente sanitario, pero hoy es una urgencia medio ambiental.
La gestión de residuos domiciliarios es, probablemente, uno de los mayores dolores de cabeza para las autoridades, especialmente, para alcaldes y alcaldesas. Y es que son miles de millones de pesos, los que se utilizan para retirar la basura de los hogares, transportarlas a un lugar y pagar la disposición final de los mismos.
En Europa y otros continentes, el modelo de gestión ha evolucionado hacia la economía circular, la que permite recuperar, valorizar y transformar los residuos. Es decir, además de las clásicas 3R, han ocupado fórmulas que permiten valorizar los residuos tanto inorgánicos como orgánicos -que representan más de la mitad de los residuos domiciliarios-.
La emisión de gases y el efecto invernadero están alterando los patrones climáticos de toda la humanidad, siendo el gas metano uno de los mayores responsables. Este gas -que se produce por procesos naturales y, mayoritariamente, por la actividad humana - aporta en un 14 a 16% a la emisión total de gases y al efecto invernadero y contribuye a más del 30 a 40% del calentamiento global. Por lo tanto, reducir sus emisiones es fundamental.
Los residuos han pasado a ser una dificultad; pero, podrían transformarse en una gran oportunidad, especialmente, para las autoridades que pueden impulsar nuevas estrategias y formas de gobernanza.
Hasta hace poco, la gestión de los residuos domiciliarios era una responsabilidad exclusiva de los municipios. Pero, sabemos que saltar de una gestión lineal de residuos hacia otra que esté basada en la economía circular, no es un proceso que estos puedan enfrentar solos. Para ello requieren de una infraestructura sanitaria 2.0, con plantas integrales de selección y valorización de los residuos que, además del tradicional reciclaje, pueda hacer lo propio con residuos orgánicos, a través del compostaje industrial; o usar los residuos orgánicos, para la generación de energía o para para su bioconversión en proteínas.
Seguir con el modelo lineal de gestión es un fracaso. Necesitamos una mirada futura, apostar por la innovación y caminar hacia un desarrollo sustentable.
JUAN PABLO LETELIER M.
Ex Senador
Director Instituto de Gobernanza
Parlamento Andino