Por: Belén Fernández y Jocelyn Sánchez
Estudiantes de la carrera Técnico en Educación Especial
CFT Santo Tomás, sede Rancagua
El Taller de Expresión ha sido una asignatura clave en nuestra formación en el CFT Santo Tomás, enfocándose en desarrollar habilidades esenciales de comunicación oral y corporal. Este curso nos permitió superar el miedo a hablar en público, fortaleciendo nuestra confianza y capacidad para expresarnos, lo que resulta fundamental para nuestra futura labor en educación especial. La comunicación clara y efectiva es crucial para fomentar un ambiente inclusivo y de apoyo para los estudiantes.
A lo largo del taller, enfrentamos diversas actividades que nos retaron y ayudaron a crecer. El doblaje de películas infantiles fue un ejercicio inicial significativo, ya que implicó transmitir emociones a través de la voz, controlando tonos e inflexiones. Aunque inicialmente enfrentamos nerviosismo, la experiencia nos permitió dar un paso importante hacia el manejo de nuestras inseguridades.
Otro momento destacado fue la realización de un cortometraje, donde el trabajo en equipo nos ayudó a perder la vergüenza y ganar confianza al expresarnos frente a la cámara. Al visualizar a la audiencia como personas receptivas, logramos relajarnos y mejorar nuestra expresión. Asimismo, la actividad de cuentacuentos reforzó el uso creativo de la voz, gestos y lenguaje corporal, destacando la importancia de armonizar la comunicación verbal y no verbal para transmitir mensajes efectivos.
El curso también nos enseñó a valorar aspectos técnicos como la modulación, el ritmo y el volumen en la voz, elementos esenciales para que el mensaje llegue con claridad. Este aprendizaje no sólo mejoró nuestras habilidades técnicas, sino que también nos permitió proyectar seguridad al hablar en público.
La interacción con compañeros y profesores tomasinos fue fundamental en el proceso. El trabajo colaborativo redujo el temor al error y fomentó un ambiente de apoyo mutuo. Las críticas constructivas nos guiaron para identificar áreas de mejora y perfeccionar nuestra expresión.
El taller no sólo impactó nuestra vida académica, sino también personal. Aprendimos a aceptar el nerviosismo como parte del proceso y a transformarlo en una fuente de motivación. Además, comprendimos que una buena comunicación es esencial tanto en nuestra vida profesional como cotidiana, especialmente en el ámbito de la educación especial, donde la empatía y la conexión son esenciales.
En conclusión, el Taller de Expresión nos proporcionó herramientas valiosas para enfrentar desafíos futuros con seguridad y confianza. Como dijo Shakespeare: “El mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores”. Hoy comprendemos mejor la importancia de expresarnos con autenticidad, empatía y determinación, listos para impactar positivamente en la vida de quienes nos rodean.