Ante la gran cantidad de letreros y avisos publicitarios de toda índole que se pueden percibir en el centro de la ciudad, llama la atención uno que dice “Divorcios a $100.000”, siendo esta frase adornada con el símbolo de una balanza equilibrada, la cual suele ser asociada con el concepto jurídico de justicia. De esta manera, el mensaje resalta ante un cúmulo invasivo y competitivo de información comercial que llega a saturar la vista.
Si la sociedad actual, sólo ha de ahogar y estresar al primate contemporáneo en una serie de trámites interminables y que la vida tiende a una progresiva digitalización que aún no evaluamos en sus más profundas consecuencias, la idea de divorcio comunicada por este letrero ofrece una aparente libertad para quienes creen que realmente lo necesitan. Ante esto, la pregunta es: ¿por qué una separación ha de ser propiciada por esta vía? ¿Por qué no ofrecer la unión en vez del divorcio? Claro, quienes ofrecen el servicio son abogados y no terapeutas de pareja; no obstante, lo que está escrito en aquel letrero ¿acaso no induce aún más la crisis de separación?
En pleno siglo XXI, que una pareja matrimonial se sostenga en el tiempo es un gran desafío, ya que son múltiples los factores que amenazan la estabilidad de una relación. La crisis valórica por la que atraviesa la sociedad es un hecho evidente, más aún ante la debilidad de las instituciones que trabajan con las familias. En muchos casos, la inconsistencia de un matrimonio es de tal nivel, que es posible compararlo a una frágil embarcación que está a merced de las crueles tempestades oceánicas.
Ante esto, se hace necesario volver a revalorizar las bases de nuestra cultura occidental. Por ejemplo, Adán fue seducido por Eva y la culpó ante Dios. Ambos fueron expulsados del Paraíso y pudieron haberse separado. No obstante, continuaron juntos a pesar del castigo impuesto por el resto de sus vidas.
Escila y Caribdis, ninfas seductoras, cíclopes bestiales, cantos de sirena...; en fin, nada detuvo a Odiseo a regresar con su amada Penélope, quien lo esperaba con lealtad a pesar de la invasión de Los Pretendientes en su propio hogar. Es así cómo el viejo Homero describe en uno de sus poemas una historia en la que el reencuentro prima ante la adversidad.
En consecuencia, debemos aprender de nuestros mitos y poesías fundacionales y habitar sus narraciones. En una sociedad superficial, donde todo es instantáneo y rápido (los trámites son una excepción), estos antiguos escritos nos enseñan valores que tienden a ser percibidos como ingenuos u obsoletos. ¿Qué nos hizo dar la espalda a nuestras raíces culturales?
Quizás, en algunos casos el divorcio es inevitable. Sin embargo, cabe preguntarse por cuántos matrimonios que están peregrinando por una crisis de tal nivel que ellos –ya vulnerables por el cansancio-, pueden concebir que el divorcio es la única salida, cuando en el fondo aún hay tiempo para reconstruir los lazos afectivos, más aún cuando hay niños de por medio.
Patricio Balocchi Iturra