Osvaldo Arriaza Urzúa.
Director de Formación e Identidad
IP-CFT Santo Tomás, sede Rancagua.
El mes de mayo es un mes particular en nuestro país. Por un lado, a nivel global, acabamos de conmemorar un nuevo Día Internacional de los Trabajadores; una fecha que reivindica y reconoce el derecho y el esfuerzo de miles de trabajadores a lo largo de la historia. Por otro lado, a nivel local, nos acercamos a un nuevo 21 de mayo, fecha que recuerda el hito del Combate Naval de Iquique y la figura sobresaliente de Arturo Prat. Además, no podemos dejar a un lado el Día de la Madre, festividad llena de sentido, afecto y de simbolismo. Sin embargo, hay una cuarta fecha que nos parece importante destacar en esta ocasión.
Desde el año 1993, cada 15 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Familia. La decisión de establecer este día obedeció a la necesidad de dar a conocer las cuestiones relativas a las familias y reflexionar acerca de cómo les afectan los procesos sociales, económicos y demográficos (Naciones Unidas, 2024). Por lo anterior, nos parece pertinente y relevante resaltar el lugar que ocupa, actualmente, la familia en nuestra sociedad.
En primer lugar, no podemos dejar de recordar que en el primer artículo de nuestro texto constitucional vigente se define y reconoce a la familia como “núcleo fundamental de la sociedad” (Constitución Política de la República de Chile, 2005). Este reconocimiento posiciona a la familia como la principal estructura social en la cual los seres humanos nacen y se desarrollan. De ahí, la protección y fortalecimiento de la familia por parte del Estado, a través de distintas políticas públicas, se entiende como una cuestión de vital importancia para el progreso de la sociedad.
Por otro lado, es importante considerar el rol que tiene la familia desde una perspectiva ética. Tal como señaló el Papa Francisco en su homilía del 25 de junio de 2022: “La familia es el lugar de encuentro, de compartir, de salir de uno mismo para acoger a los demás y estar cerca de ellos”. En definitiva, “es el primer lugar donde se aprende a amar”.
Esto último nos invita a la reflexión ¿estamos siendo familias que enseñan a amar? ¿Podría explicarse el fenómeno de la violencia en nuestra sociedad como un efecto directo del deterioro del valor de la familia como lugar de encuentro y de compartir? Que esta nueva conmemoración del Día Internacional de la Familia sea un espacio de reencuentro entre quienes más amamos y de lucha contra la violencia, en todas sus formas, que tanto daña a nuestras familias y sociedad.
