“La construcción 4.0”: Cuando las variables están en juego

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Por: Gastón Isaac Rosales Droguett

Constructor Civil UC

Docente del Área Ingeniería, IP-CFT Santo Tomás Rancagua

Qué duda cabe que administrar un proyecto de construcción, es administrar un negocio. Para esto, la disciplina de la administración de proyectos cumple una función elemental para poder materializar físicamente la ejecución de un proyecto, el cual tiene características que lo hacen único.

Mediante este proceso, se deben poner recursos en acción –recursos escasos por lo demás – los cuales se obtienen, manejan y aplican para ejecutar el proyecto y cuyo desempeño se mide principalmente con base en los siguientes parámetros: costo, plazo, calidad, seguridad, satisfacción del cliente y satisfacción de los participantes del proyecto.

Ante estas exigencias, el desafío de todo proyecto para entregar el valor agregado al producto final busca entre otros puntos aumentar la productividad, disminuir los índices de siniestralidad (accidentes), disminuir los excedentes de obra (economía circular), cumplir y superar las expectativas del cliente (calidad) y maximizar las utilidades de la alta dirección de la empresa (rentabilidad).

Hoy en día, con los avances tecnológicos en cuanto a herramientas, equipos, maquinarias, softwares especializados (metodología BIM), nuevos sistemas constructivos (impresión 3D), almacenamiento en la nube y filosofías de gestión entre otros, la construcción avanza a pasos agigantados hacia una nueva revolución: “La construcción 4.0”, entendida como cualquier iniciativa de cambio, basada en tecnologías emergentes, que a través de las personas, transforma los modelos de negocio de la construcción.

Pero a pesar de lo anterior, los proyectos de construcción siguen presentando retrasos en su entrega, sobrecostos económicos y problemas de calidad asociados a una deficiente planificación y/o ejecución en terreno.

¿Dónde estamos fallando?

La única certeza que tenemos antes de comenzar con la materialización física de una obra de construcción es que existen elementos de riesgo, incertidumbre y ambigüedad. La planificación de una obra de construcción y consecuentemente su programación, conocida coloquialmente como “Carta Gantt” sigue siendo nuestro mapa de navegación la cual no es más que una “foto” inicial de nuestro proyecto la cual presenta dos inconvenientes: (1) se estima la ejecución de una obra bajo condiciones ideales donde los rendimientos esperados de mano de obra, maquinarias y equipos junto con la estimación en tiempo para cada una de las partidas, se presume que se ejecutarán sin contratiempos ni inconvenientes; (2) se asume que los recursos estarán siempre disponibles cuando los necesitemos según programación. Situación que no es así en la realidad.

Toda obra de construcción puede estar expuesta, puede ser vulnerable y puede tener una determinada probabilidad de ocurrencia a lo siguiente: por ejemplo, eventos de la naturaleza (fuerza mayor, caso fortuito), condiciones climáticas adversas, huelga de trabajadores, accidentes graves o fatales, incendios, eventos de conmoción pública, escasez de mano de obra, entorno económico, social y cultural entre otros, que hacen y echan por tierra todo lo planificado y programado en esa foto inicial.

Trabajo colaborativo

De ahí, que es imperativo la relevancia que toma realizar una rigurosa y muy detallada planificación y programación de una obra junto a un efectivo control en terreno. Porque NO es suficiente disponer de los mejores softwares de planificación, programación y control de obra; NO es suficiente disponer de la infraestructura y el equipamiento necesario para abordar un proyecto; NO es suficiente disponer de personal con capacidades técnicas y administrativas sobresalientes; NO es suficiente la experiencia, si no se ha capacitado, instruido y educado hasta el último eslabón de nuestra cadena productiva en obra: nuestros colaboradores. Entendido esto, como la mano de obra directa de una obra, la cual es el activo más importante que tiene una empresa. Sin ellos, que son quienes utilizan su esfuerzo físico para erigir y alzar impresionantes obras de construcción de distinta envergadura y complejidad, todo lo demás, es letra muerta.

Es por esto, que para administrar un proyecto de construcción se requiere de un liderazgo real y efectivo que nos permita hacer que las cosas pasen, a través de otras personas. Son muchas las variables que están en juego, desde regulaciones legales hasta la convivencia natural durante el desarrollo de una obra de construcción con proveedores, otros profesionales, fiscalizadores, inspectores técnicos, directivos y el cliente final.

Hoy en día, el desafío apunta a un trabajo más colaborativo y participativo con mesas de trabajo multidisciplinarias de profesionales que permitan pulir y depurar el proyecto en el papel y en la maqueta virtual a nivel de ingeniería de detalle, donde podamos definir y perfeccionar el proyecto a construir, eliminando las interferencias entre todas las especialidades. Conseguir el compromiso de las personas con las que trabajamos, es administrar exitosamente. Porque sin participación, no hay compromiso.

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