Algo está sucediendo en nuestros jóvenes

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En el día a día, sólo nos preocupamos del estar, del hacer, del quehacer, pero pocas veces nos detenemos a pensar en el ser. Ese ser viviente, ese ser humano, que en ocasiones irradia de felicidad, pero esa felicidad, a veces esquiva, pareciera ser efímera, casi superficial.

Después de vivir en encierro, en verdaderas jaulas, nuestra concepción de ser cambió. Hoy nos enfrentamos a crudas realidades producto del acostumbramiento de permanecer enjaulados. Nuestros estudiantes no son los mismos que vimos a través de la pantalla, muchas veces nos escucharon sobre su comodidad o en su costosa incomodidad. Aprendieron de la distancia y perdieron la convicción de la presencialidad.

Hoy, están lejos, es distinto ejercer liderazgo de docente en esta nueva etapa donde se trastocaron los valores; la juventud sin intención es explosiva, se volvió casi intolerable, esquiva. Entonces, reflexionemos en función de la unidad, del acercamiento, de buscar las formas y fórmulas que nos unan más que desunirnos.

Los cambios se radicalizan porque se hace difícil generar las promesas de un nuevo sistema, el Estado está sin una orientación definida, unos dicen que las partidas o inicios cuestan, pero la vida es día a día, no se debe esperar más de lo que debe esperar un ser para nacer. Los cambios son matemáticos de acuerdo a las revoluciones del motor en marcha, ¿no será que el motor está en marcha y falta ser acelerado?

Por favor, asumamos nuestras responsabilidades. El que los jóvenes hoy porten armas y se acepte como una cuestión natural, esa conducta obedece en parte a la formación y control paterno-materno. La violencia nos invade, es triste ver este obscuro panorama que empieza a inundarnos de vagancia, desempleo, carestías y faltas de oportunidades.

Estamos formando profesionales que tendrán una herramienta para enfrentar la vida y cambiarla por las armas que portan los jóvenes en los colegios de Chile. Estamos a tiempo, podemos ser aliados en el día a día de nuestros estudiantes. Creo que la explosión de personalidad debe buscar un camino que no los lleve a un precipicio, seamos conductores de estos jóvenes y estemos cada día más cerca de ellos, tienen mucho que aportar.

Les invito a ser capaces de volver a encantar a esta juventud que no es culpable del momento que le ha tocado vivir, estar cerca con una palabra de alegría puede ser la gota de combustible que se requiere para que esto termine y pueda partir un Chile mejor, solidario, respetuoso, amigable, sin delincuencia, con precios justos. Es tan grande la presión que existe para que los padres y nuestros estudiantes puedan llevar el pan día a día que juntos podemos crear la ecuación esperada.

Por un Rancagua sin robos, sin delitos, con paz, tranquilidad y esperanza, y el deseo de caminar sin miedo en nuestras hermosas e históricas calles, reflexionemos juntos y acerquémonos con fuerza y cariño a nuestros jóvenes.

Por: Juan Alberto Araneda Rodríguez

Docente del área Ingeniería

IP-CFT Santo Tomás Rancagua

 

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