NO SON 30 PESOS; SON 30 AÑOS

Columnas y Artículos

Esta es una de las consignas que más se escuchó durante la rebelión popular de octubre. Por cierto, expresaba un malestar hacia toda la clase política. Las fuerzas emergentes que no fuimos parte de los gobiernos del duopolio, también fuimos incluidos en el malestar ciudadano sin duda.

Parte de las oposiciones nos proponían una unidad con el único argumento del miedo a la derecha y a nivel comunal el argumento del miedo se repite sumando el caudillo local.

En el frente amplio no tenemos todas las respuestas, pero si tenemos la convicción que no es transitando la misma ruta de los últimos 30 años que lograremos transformaciones profundas para Chile.

Estamos ante un momento histórico. El plebiscito de octubre será un punto de inflexión, que dividirá aguas entre los reales proyectos de sociedad que se expresarán. No todos en la oposición están por que el agua sea un bien público, por ejemplo. La DC hace unos meses votó en contra. O no todos están por terminar con las AFP y quieren seguir con el sistema de capitalización individual con algún maquillaje de pilar solidario. Tampoco en el tema de la salud e incorporar el seguro único genera consenso en las oposiciones. Estos ejemplos programáticos no están escogidos al azar. La seguridad social incluida como bienes transables en el mercado, es quizá el sello más distintivo del modelo neoliberal, que otorga al estado un rol subsidiario y en lugar de expresar derechos, en el artículo 19 de la constitución los expresa como libertad de acceso.

No solo en la derecha están los defensores del modelo: el copago en los colegios, el Cae, la profundización de las privatizaciones, la militarización de la Araucanía o la operación huracán que consistía en pruebas falsas para criminalizar al pueblo mapuche, sucedieron bajo gobiernos de la concertación o la nueva mayoría.

Es legítimo y natural que la concertación vuelva a revivir. Ampliada como señaló Ignacio Walker en un Twist. También es legítimo que las fuerzas transformadoras, de cambio, aquellas que nacimos para impugnar la política de los últimos 30 años, busquemos que nuestro proyecto político diferenciador esté expresado en la oferta electoral. Es sano que la ciudadanía no solo tenga que elegir entre los mismos que han gobernado Chile en los últimos 30 años. Tenemos diagnósticos, formas y horizonte diferente. Estas diferencias son políticas, de proyectos, no moralizamos las diferencias desde ningún pedestal. Tampoco pueden pretender que nuestro proyecto político se diluya en una concertación 3.0

Tendremos puntos de encuentro y otros que nos diferencian, por cierto, pero nuestra política de alianzas es concordar con las fuerzas que buscar ofrecer un camino de superación del neoliberalismo, con quienes de verdad buscan ofrecer una alternativa de justicia social, de vida digna, de derechos sociales garantizados; de distribución y gestión del poder que empodere a la ciudadanía y promueva el sujeto colectivo y no mediante el clientelismo y el asistencialismo, promueva la despolitización, el ciudadano o ciudadana consumidor y que su participación se reduzca a ir a pedir favores a la autoridad de turno.

Es clave revelar que el clientelismo y el asistencialismo son dos mecanismos utilizados por la política transicional para debilitar el sistema democrático y profundizar el neoliberalismo. Pues erosionan la cohesión de las comunidades, favoreciendo la apatía social y el individualismo, y también permiten que quienes tienen cargos de representación popular puedan establecer relaciones de dependencia y cooptación en las organizaciones sociales, a propósito del diseño y ejecución de las políticas sociales focalizadas por el Estado Subsidiario. Ambos mecanismos tienen expresiones diferentes, pero se potencian mutuamente.

Este camino sabemos dónde conduce y no queremos seguir transitándolo. Chile no despertó para esto.

 

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